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PENSAMIENTO

Anoche,
al arroparme
bajo mis mantas,
algo se trabó
entre mis dedos.

Prendí
la
luz
y
descubrí
un cabello
tuyo.

Pese al mucho tiempo pasado
desde que lo pudiste
perder
en
mi
sobrecolcha,
ahí estaba.

Indudablemente
tuyo
en
longitud
y
en
color.

Tuyo.

De ti.

Me recordó
los muchos
momentos
que
compartimos.

Lo que disfrutamos

y yo.

Me trajo buenos recuerdos
y me dio
una
nueva
excusa,
una más,
para recordarte.

No.
No es
una
petición
para que
vuelvas.

Te puedo
añorar
por
momentos.

Puedo
sentir
nostalgia
de
lo
lindo
que
vivimos
y
nos
hicimos
sentir.

Mas
el lado oscuro
que descubrí
en ti,
al menos,
en nuestra relación,
descarta,
por completo,
esa hipótesis.

No quiero
retornos
no quiero
retomas.

Fue demasiado
maltrato.
Para conmigo
para con tu hermana
para con tu madre
para con tu hija,
sobre todo.

Hasta para con tu gato.

Era idolatrar unos animales,
los que estaban a tu servicio
y capricho
los que herías,
encontrabas muertos
o los que cazó tu gato.
Él.

Mientras no te importaban
nada
otros
destinados
a la mesa,
malvividos,
malmuertos,
torturados
por
su sabor.

Por las
apetencias
apetitos
y
caprichos
inhumanos.

Muertes
organolépticas.

Esas no te importa(ba)n.

Y dicha esquizofrenia
no era
solo
con relación
a tus animales
y tus otros
seres queridos

Era,
también,
de todo
lo que
oliera
a religión
salvo
a
la
tuya,
claro
curioso
cóctel
de
rituales
chamánicos
cantos
y
drogas.

Sí,
puedes
llamarlos
medicina,
hongos
o
niños
hasta
niñitos,
pero
son
drogas
alucinógenas,
estupendofacientes,
estupidofacientes
sustancias
que
alteran
la percepción,
la conciencia
y
el comportamiento.

Drogas.

Lo de
legales
o
ilegales
me da
igual.

Para

la
ley
siempre
ha
sido
una
muleta
para
tratarnos
mejor.
Y
no
una
excusa
para
ser
maltratad@s.

Los
probé.
Una
dos
tres
veces.

Y
me
hicieron
sentir
lo
que
me
tenían
que hacer
sentir.

Me
dijeron
lo
que
tenían
que
decirme.

Y
punto.

Se acabó.

Eso
no
lo
entendiste.

Porque
tu
objetivo
era
crear
acólitos
dependientes,
sumisos
y consumidores.

A eso
yo
lo
llamo
religión.

No
espiritualidad.

Nada
más
lejos
de
la
espiritualidad
(la
verdadera
espiritualidad
y
no
del
espiritismo)
que
crear
dependencia.

Vivimos
en
mundos
distintos,
diametralmente
opuestos
en
fines
y
medios.

Yo
quiero
el
crecimiento
de la
con(s)ciencia
humana.

No
adormilarla
y
bañarla
en
autosatisfacción.

No quiero
dormir,
adormilar
sino
despertar

No.
Definitivamente,
no quiero
vueltas,
retornos.

Pero eso
no quita
que
te
agradezca
lo bello
que
compartimos,
y
no
quita
que,
a veces,
te eche
de
menos.

Gerttz

 

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